Alcest es una música de otro mundo, un mundo que es real, pero que existe más allá de nosotros y no puede ser captado por nuestros sentidos. Un mundo donde todas las apariencias emiten una luz nacarada y donde una melodía lejana y celestial llena el aire como un dulce perfume. Un mundo habitado por infinitos protectores de la luz, que se comunican con un lenguaje sin palabras, directamente de un alma a otra. Un mundo donde el alma no conoce el dolor, la enfermedad o la tristeza, pero que llena de una profunda paz e inefable felicidad.
Este mundo no es un sueño ni una fantasía. Neige lo sabe. Lo ha experimentado y mantiene recuerdos de cómo le fue revelado a su temprana edad este mundo en forma de experiencias esotérica. Alcest es su medio para expresar estos recuerdos y compartirlos con los demás.
Algo común en todas las canciones de Alcest es el predominante sentimiento de euforia y felicidad, siempre eclipsado sutilmente por la melancolía y la nostalgia. Un sentimiento parecido al que se experimenta cuando piensas en el otro mundo de Alcest que te espera.
¿Y qué más decir? Ningún médico o tratamiento, novio o amigo, concierto o salida han sido capaces en tantos años de hastío en llevarme siquiera al horizonte de ese mundo. ¿Exagero si digo que le debo la vida y las ganas a esta persona? ¿Exagero si me tatúo en homenaje a él? ¿Exagero si digo que me enamoró cuando se acercó hacia mí sonriéndome como nunca antes lo había visto sonreír? ¿Exagero si me gasto todo el dinero que tengo ahorrado en ir a todos los conciertos que esté en mi mano ir?
Que lo llamen groupismo, obsesión, idiotez, lo que quieran. Pero el día que alguien conozco una décima parte de mi vida y comprenda cuánto ha podido ayudarme un desconocido, quizá, y sólo quizá, pueda entender el agradecimiento y amor que le proceso a este ángel.
