-Bueno, será mejor que vengas conmigo
enseguida. Me gustaría poder llevarte en brazos. No puedos seguir a pie.
No sé cómo te permitieron caminar; pero tienes que perdonarlos. Han
ocurrido tantas cosas terribles que es fácil pasar inadvertido.
-No siempre es una desgracia pasar inadvertido. Hace un momento pasé inadvertido… No, no, no puedo hablar. ¡Ayúdame! El día se oscurece otra vez, y mi brazo está tan frío.
-¡Apóyate en mí, muchacho! ¡Adelante! Primero un pie, y luego el otro. No es lejos.
-¿Me llevas a enterrar?
-¡Claro que no! –dijo tratando de parecer alegre, aunque tenía el corazón destrozado por la piedad y el miedo-. No, ahora iremos a las Casas de Curación.
No more words to say.
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